China renuncia a privilegios de la OMC y busca aliviar tensiones con EE.UU.

China dejará de reclamar los beneficios disponibles para los países en desarrollo en la Organización Mundial del Comercio, eliminando así un punto de discordia con Estados Unidos que ha sido un obstáculo para su acuerdo sobre la reforma del árbitro mundial del comercio.
El primer ministro Li Qiang anunció el martes en Nueva York que el país dejará de pedir nuevos derechos “especiales y diferenciales” en cualquier negociación actual y futura de la OMC, según la agencia estatal de noticias Xinhua y una declaración del director de la OMC en X. Li se encuentra actualmente en Estados Unidos para asistir a la Asamblea General de las Naciones Unidas.
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La directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, acogió con satisfacción la decisión en X, calificándola de “culminación de muchos años de arduo trabajo” y agradeciendo a los dirigentes chinos.
El gesto es significativo en un momento en que los aranceles más elevados de Estados Unidos están obligando a China a desviar cada vez más sus exportaciones hacia América Latina, África y el Sudeste Asiático, una iniciativa que está empezando a encontrar resistencia en todo el mundo.
Y, dado que Pekín busca negociar un acuerdo comercial más duradero con Estados Unidos, es probable que también se trate de un esfuerzo por ganarse el favor del presidente Donald Trump, quien desde hace tiempo se ha mostrado indignado por la designación que, según él, se aplica injustamente a la segunda economía más grande del mundo.
La cuestión del estatus de China también ha sido uno de los temas que han frenado las negociaciones sobre la reforma de la OMC.
Este año, los responsables de comercio de toda la región de Asia-Pacífico, incluidos Estados Unidos y China, reconocieron la importancia de la organización para avanzar en las cuestiones comerciales y la necesidad de sus normas, al tiempo que pidieron “una reforma significativa, necesaria y completa para mejorar todas sus funciones”.
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La condición de país en desarrollo es autodeclarada y proporciona diversas ventajas a los miembros de la OMC, entre ellas plazos más largos para aplicar los acuerdos. China se ha autodenominado durante mucho tiempo el mayor país en desarrollo del mundo, haciendo hincapié en esa posición para reclamar un papel de liderazgo para otros países emergentes.
A pesar de la transformación que ha experimentado China en las últimas cuatro décadas, que la ha convertido en la mayor economía comercial y manufacturera del mundo, la ONU sigue clasificándola como país en desarrollo. Según el Fondo Monetario Internacional, se sitúa muy por debajo de los 50 primeros países del mundo en cuanto a producto interno bruto per cápita, por debajo de Serbia y justo por delante de Montenegro y Turkmenistán.
En 2019, el ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi afirmó que las exigencias de que China se declare una nación “desarrollada” en los asuntos internacionales representaban una forma de desigualdad. Este año, describió a su país como un “miembro natural del Sur Global” debido a una “historia común de lucha contra el colonialismo y la hegemonía y una misión común de desarrollo y revitalización”.
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Aunque ya no opte al trato especial, la condición de China como país en desarrollo no cambiará, según declaró el miércoles a la prensa en Pekín Han Yong, funcionario del Ministerio de Comercio encargado de las relaciones con la OMC.
Wendy Cutler, vicepresidenta sénior del Asia Society Policy Institute y experimentada negociadora comercial estadounidense, afirmó que el anuncio llega “con años de retraso”. “A la luz de la ausencia de una agenda de negociaciones de la OMC y la lentitud de sus esfuerzos de reforma, el anuncio, aunque bienvenido, tendrá pocos efectos prácticos”, afirmó Cutler. Sin embargo, “ayudará a Pekín a defender su compromiso duradero con el sistema comercial multilateral, en marcado contraste con Washington, que está reteniendo sus cuotas a la organización”.
Pekín se ha posicionado como defensor de los países en desarrollo y ha presentado la decisión como una prolongación de ese esfuerzo. China ha tratado de contrarrestar el orden mundial liderado por Estados Unidos, en parte cortejando al Sur Global.
La decisión de China de no reclamar los beneficios “es una medida importante para salvaguardar y fortalecer el sistema comercial multilateral” y pondrá de relieve “el papel de China como país en desarrollo importante”, afirmó el Ministerio de Comercio en un comunicado.
También es “una medida importante para implementar la Iniciativa de Desarrollo Global y la Iniciativa de Gobernanza Global”, afirmó, en referencia a dos propuestas políticas de China en los últimos años para reformar los asuntos mundiales. El anuncio de Li se produjo en un evento sobre la Iniciativa de Desarrollo Global, según Xinhua.
El Representante de Comercio de Estados Unidos y la Casa Blanca no respondieron de inmediato a una solicitud de más información sobre el anuncio.
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La cuestión del estatus de China va más allá del comercio mundial, ya que también es un importante punto de fricción en las negociaciones sobre el clima. Se supone que los países desarrollados deben contribuir a un fondo de US$100.000 millones al año para ayudar a los países emergentes a sufragar las medidas contra el cambio climático. Pero, aunque China es ahora el mayor emisor del mundo, su designación significa que no contribuye al fondo, una postura criticada tanto por Europa como por Estados Unidos.
A pesar del cambio anunciado por China, es poco probable que se disipen las tensiones entre Pekín y Washington en materia comercial y otros asuntos. Las exportaciones chinas siguen creciendo con fuerza, con un aumento de casi el 6% en los primeros ocho meses de este año, lo que supone un récord para ese periodo.
GZ
Fuente: www.perfil.com